Novela
LA CASA DEL GATO NEGRO
09.02.2024 16:56PROLOGO
09.02.2024 16:58Un incidente en los alrededores de una mansión, donde una chica es atacada; un joven desconocido que aparece para rescatarla y de inmediato, la atracción mutua; una atracción que les depararía muchos problemas.
El chico llamado pertenecía a la familia que habitaba en la mansión; una familia que arrastraba desde hacía varias generaciones, una maldición que se remontaba a la época medieval, cuando un poderoso mago había lanzado un hechizo sobre un antepasado, un herrero de un pueblo llamado St. Leonard’s, en el condado de Essex (Islas Británicas). El mago había lanzado un hechizo que no solo afectaba al herrero, con el alba de cada día, el hombre y cada primogénito de su descendencia, al cumplir 21 años, se convertirían en gatos, volviendo a su forma humana al anochecer.
La maldición pasó de generación en generación, condenando al mismo destino a mujeres y hombres integrantes de la familia.
El joven que salvó a la chica, ahora tenía que decidir entre contarle toda la verdad y esperar que el amor que sentía por él, fuera suficiente para aceptarlo tal como era, o seguir su destino y abandonar al verdadero amor.
Lo que ninguno de los dos imaginaba, era que la chica fuera descendiente del malvado hechicero, y que por su sangre, corría la única esperanza para deshacer aquella horrible maldición.
Siglo XII, Condado de Essex, sur de las Islas Británicas
09.02.2024 17:02El Condado de Essex era el puente de unión de las Islas Británicas con el continente y la principal defensa contra los invasores escandinavos. La constante presión que ejercía esta situación, llevó a que las autoridades mandaran construir un castillo de piedra en la Ciudad de Colchester, que sirviera como defensa a tan estratégica zona.
La llegada de civilizaciones invasoras influenció notoriamente a los habitantes del Condado; lo sobrenatural pasó a ser cotidiano, convirtiendo a la hechicería en una practica común en aquella época.
Los hechiceros, magos y brujas eran personajes poderosos y muy temidos, principalmente por la Iglesia Católica. Los inquisidores perseguían a los sospechosos de practicar este tipo de culto y los torturaban para purificar sus almas, luego eran quemados en grandes hogueras en presencia de todo el pueblo.
Trebord Kendall era uno de estos hechiceros que cansado de huir, abandonó la práctica de la hechicería y se instaló clandestinamente a orillas del río Colne, en un pequeño pueblo llamado St. Leonard’s, cerca de la cuidad de Colchester.
Kendall tenía el rostro totalmente desfigurado, pero no siempre su aspecto había sido ese; esta pesada carga era el castigo que le había impuesto su maestro, un poderoso hechicero llamado Joseph Norton.
Como recordatorio por la desmedida ambición de Kendall, Norton lo transformó en una espantosa criatura, condenada de por vida al desprecio de quien viera su desagradable rostro.
Capítulo 1 – El misterioso hombre sin rostro
17.02.2024 20:34La historia de Trebord Kendall comenzó cuando él era un aprendiz de hechicero, siendo su mentor y maestro Joseph Norton, uno de los mayores hechiceros de aquella época.
Kendall creyó estar listo para llegar a ser maestro de las artes ocultas; según los antiguos escritos, existían dos formas de acceder a esa maestría: la primera era por herencia, esto sucedía cuando al morir un maestro, ocupaba su lugar el mejor discípulo que éste tenía; la segunda forma era por competencia, posibilidad que tenía todo aprendiz avanzado, que consistía en desafiar a su maestro a un duelo de magia; si el estudiante ganaba, era reconocido como maestro y ocupaba el lugar que dejaba el derrotado; pero si perdía, además de ser expulsado y condenado al exilio, su maestro podía darle el castigo que quisiera, incluso infringirle la peor de las muertes.
Como era de suponer, eran muy pocos los aprendices que se atrevían a desafiar a sus maestros, pero Trebord Kendall era un joven arrogante y ambicioso, que se sabía el mejor discípulo de Norton pero no estaba dispuesto a esperar a que éste muriera para ocupar su lugar.
No pasó mucho tiempo para que Kendall se cansara de esperar la muerte de su maestro y decidiera retarlo. A pesar de haber dado una buena lucha, como era de esperar, Kendall fue derrotado por su maestro, el poderoso Joseph Norton.
Norton descartó la muerte de su alumno como castigo, en cambio, le realizó un hechizo de transformación que lo convirtió en un horrible personaje, deformando su cara con una enorme cicatriz que lo marcaría por toda la eternidad.
El maestro Norton, de esta forma, no sólo se aseguraba que su mejor alumno, Trebord Kendall recordaría por siempre el error que había cometido al retarlo, sino que también daba un claro mensaje a sus demás discípulos, poniéndolo como ejemplo y demostrando, al desfigurarlo, lo que les esperaba si alguna vez osaban desafiarlo.
A pesar de saber que el hechizo era irreversible, antes de abandonar el castillo, Kendall robó de la biblioteca de Norton, un antiguo libro que contenía hechizos para realizar diferentes transformaciones. Estaba convencido de que, con sus conocimientos y los datos que contenía aquel libro, podría descubrir la forma de volver su rostro a la normalidad.
Derrotado y humillado ante todos, deambuló de un lado a otro por casi un año, perseguido por los inquisidores de la Iglesia Católica, que lo acusaban de practicar la magia negra.
Sin haber encontrado la forma de revertir su espantosa apariencia, cansado de huir y ser detestado, decidió alejarse definitivamente de la hechicería y refugiarse en una pequeña granja abandonada en las afueras de St. Leonard’s.
En ese lugar, ocultó el viejo libro que había robado a su maestro y todo lo que lo vinculaba con la magia y se hizo pasar por un soldado Británico desfigurado en batalla.
La soledad de su miserable vida lo obligaba a ser un hombre ermitaño, que sólo contaba con la compañía de su gata Kate. Cuando Kendall encontró al pequeño animal casi muerto, lo cuidó y alimentó hasta que se recuperó totalmente. Desde ese momento, Kate se convirtió en su única e incondicional compañera.
Una vez al mes, Trebord Kendall no tenía otra alternativa que ir al pueblo en busca de provisiones.
Para evitar mostrar su horripilante rostro en esta obligatoria aparición pública, cubría su cabeza con una capucha y su cara con una mascara de tela que solo dejaba ver sus ojos.
A pesar de sus escasas incursiones en el poblado de St. Leonard’s, el misterioso aspecto de aquel hombre que se ocultaba tras una máscara, no pasó desapercibida en los habitantes del lugar, quienes lo habían apodado como “el hombre sin rostro”.
Uno de esos días, mientras cargaba en su carruaje las provisiones, un grupo de jóvenes que lo observaba, sin medir las consecuencias que les podría traer su osadía, decidieron divertirse con el temible “hombre sin rostro”, haciéndole una pequeña broma.
Una de las chicas se acercó lentamente hasta donde estaba Kendall y para distraerlo, se detuvo frente a él y fingió que acomodaba su vestimenta; mirando los ojos de Kendall, comenzó a levantarse el vestido sensual y provocativamente, dejando parte de sus hermosas piernas al descubierto.
Mientras el hombre observaba a la chica, otro de los jovencitos se acercó sigilosamente por detrás del carruaje y asustó al caballo. El animal se corrió unos metros hasta que el freno lo detuvo, esto hizo que Kendall perdiera estabilidad y cayera estrepitosamente.
La bolsa de harina que tenía en las manos se desparramó por el piso y su cuerpo quedó totalmente cubierto por el polvo blanco; todo mientras los jóvenes bromistas reían y festejaban el éxito de su “travesura”.
De inmediato, una furia incontrolable se apoderó de Kendall; se puso de pie, fue directo hacia sus atacantes y lentamente se quitó la mascara dejando al descubierto su cara y su horrible cicatriz.
Al verlo, la risa desapareció del rostro de aquellos chicos, quienes de inmediato huyeron aterrorizados; la única del grupo que permaneció inmóvil, paralizada por el pánico, fue la joven que momentos antes, tuvo la tarea de distraerlo, mostrándole parte de sus encantos.
Kendall se acercó a ella mirándola a los ojos; la chica temblaba pero no podía moverse, entró en shock y se desvaneció en sus brazos. Mientras la dejaba con suavidad en el piso, murmuró en el oído de la jovencita - Algún día...
Antes de incorporarse, Kendall sacó de entre su ropa una daga y cortó un mechón de pelo de la jovencita; volvió a colocarse la mascara, subió a su carruaje y se alejó.
Esa noche, la imagen de la hermosa y provocativa chica del pueblo apareció en los sueños de Kendall; había pasado mucho tiempo desde su último contacto con una mujer, por lo que estaba viviendo aquel sueño como si fuera real.
En determinado momento, cuando dentro de su sueño estaba besando a la chica, ella le quita la mascara y al ver su espantoso rostro desfigurado, grita aterrorizada. Este desenlace inesperado, provocó que Kendall despertara sobresaltado, maldiciendo una vez más su desgraciada vida.
Cansado de tanto desprecio y condenado a una eterna soledad, pensó en la única forma que podría ayudarlo a encontrar una solución; sin importarle el riesgo que esto significaba, decidió volver a la práctica de la hechicería.
De inmediato fue en busca del libro que tiempo atrás le había robado a su maestro Joseph Norton. Kendall lo había ocultado detrás de una pintura, dentro de un hueco en el muro de la sala. Quitó la pintura, removió con mucho cuidado la piedra que disimulaba el escondite secreto y tomó el saco que contenía el antiguo libro de hechizos.
Obsesionado por cambiar aquella obligatoria soledad que lo acosaba desde el macabro castigo que le había impuesto su maestro Norton, pasó largas horas revisando nuevamente uno por uno los antiguos hechizos del libro, pero ninguno parecía serle útil para el fin que perseguía, encontrar la forma de volver a la normalidad su rostro.
Cuando estaba a punto de rendirse, mientras leía un hechizo llamado “morph”, se le ocurrió una idea; si no podía cambiar su cara para lograr que una mujer lo ame, entonces crearía una mujer a la que no le importara su desagradable apariencia.
El hechizo “morph”, si se lograba realizar exitosamente, podría transformar a un animal en un ser humano. Esta transformación era transitoria, por lo que el animal tomaba forma humana durante la noche y volvía a su forma animal con el alba de cada día. Este detalle poco importaba a Kendall y de inmediato pensó en hacer el hechizo a su gata Kate. Desde ese momento, esta idea consumió sus días en interminables y frustrantes sesiones, donde el resultado siempre era el miso, el fracaso.
En la primer página del libro, existían dos importantes advertencias: la primera decía: “Los hechizos que contiene este libro son muy poderosos, capaces de cambiar la naturaleza, el origen y la apariencia de los seres vivos; por ello y como forma de protegerlos, todos están incompletos y su concreción sólo se logrará, si se descifra el acertijo que revela cual es el último de sus ingredientes...”; la segunda era: “Aquel que logre concretar alguno de los hechizos que están en este libro, lo hará por única vez y jamás podrá repetirlo...”.
Kendall comprendió que si podía descifrar la clave del hechizo “morph”, tendría solo una oportunidad de lograr su cometido. El acertijo del hechizo “morph” decía: “La belleza humana tiene origen en la naturaleza animal, compartir una parte de esa belleza en su estado mas puro, dará la clave del ingrediente que se está buscando...”
Esa noche tormentosa no parecía distinta a las anteriores; una vez mas intentaba descifrar el acertijo que contenía el antiguo libro; convocaba a las fuerzas ocultas con extrañas palabras, mientras mezclaba los demás ingredientes en un pequeño caldero.
En medio de su oración, un rayo iluminó toda la habitación y un estruendo ensordecedor hizo trizas la pequeña ventana de su improvisado laboratorio.
Kendall sorprendido por el estallido y el impresionante sonido que estremeció todo su cuerpo, trastrabilló golpeando la mesada donde entre otras cosas, se encontraba un pequeño cofre. En él guardaba celosamente sus elementos personales mas preciados, entre ellos, un camafeo que había pertenecido a su familia por generaciones.
La impresionante joya tenía un compartimiento secreto, que se abría al girar la esmeralda engarzada en su centro, en él tenía prolijamente guardado, el mechón de pelo que le había cortado tiempo atrás a la chica del pueblo, además de una detallada descripción del lugar donde se encontraba el escondite secreto del libro.
Con el golpe, cayó el cofre, se abrió y se desparramó todo su contenido. La caída del camafeo hizo que éste se abriera y el mechón de pelo cayó dentro del caldero que aún sostenía Kendal en sus manos. Al entrar en contacto con la poción, ésta cambió su tenue color verdoso por un rojo intenso y un humo espeso que manaba de ella, comenzó a llenar la habitación. De pronto, como si una gran fuerza lo aspirara, el humo se fue introduciendo nuevamente en el caldero hasta desaparecer por completo.
Algo aturdido, Kendall miró aquel fluido, recordó el acertijo del hechizo y sonrió; al fin entendió su significado, aquel rayo desencadenó una serie de sucesos que sin quererlo, dejaron al descubierto el ingrediente que le faltaba a la poción: el mechón de pelo de una joven virgen. Estaba seguro de que el brebaje funcionaría y de inmediato se lo acercó a su gata para que lo bebiera.
El animal bebió durante unos segundos y comenzó a temblar estrepitosamente. Ante sus ojos, la gata realizó una asombrosa metamorfosis; la mujer de sus sueños estaba frente a él, tan hermosa como siempre la había imaginado.
Capítulo 2 – De la felicidad a la ira
22.02.2024 12:39La mano temblorosa de Kendall se acercó tímidamente hasta la perfección de aquel cuerpo desnudo. Se besaron apasionadamente, mientras las manos de Kendall bajaban lentamente por la espalda de la mujer, en un intrépido recorrido que parecía no terminar nunca. Tomó con fuerza a su amada y el placer dejó de lado todos los límites; cada contacto lo disfrutaban al máximo.
La boca deforme de Kendall dejó momentáneamente en libertad los labios de Kate, para bajar hasta sus pechos y saciar su descontrolado instinto.
Ante semejante despliegue de estimulación, la chica sintió como su cuerpo ardía al ser invadido por una inmensa sensación de placer. Arrancó la camisa de Kendall y enterró sus uñas en la espalda, en un acto instintivo y casi animal. Un salvaje alarido, mezcla de dolor y placer, acompañó el sobresalto del hombre.
Sin dejar de mirarlo, ella comenzó a abrir lentamente el pantalón de Kendall, mientras pasaba provocativamente la lengua por sus propios labios. El roce de su mano logró estremecerlo; por un instante lo acarició suavemente.
Extasiado, Kendall se entregó y disfrutó aquel momento sublime, hasta que llegó al punto de sentir que estaba por perder el control; puso sus manos en las axilas de la chica y la elevó lentamente, ella le rodeó con sus piernas la cintura y se dejó deslizar suavemente sobre el abdomen de su amante.
Apenas perceptible fue el suspiro que la joven dejó escapar al sentir el contacto; gozaba gimiendo suavemente y continuó bajando hasta descansar sobre la pelvis de Kendall. De inmediato comenzó un movimiento rítmico y constante que crecía en intensidad; los latidos del corazón aumentaban a medida que aumentaba la excitación; el jadeo se transformó en gemidos y los gemidos en gritos, cuando sintieron que el placer los desbordaba. Era casi imposible contener ese caudal de sensaciones que luchaban desesperadamente por salir de sus ardientes cuerpos.
Embriagados de placer, sus cuerpos transpirados y exhaustos se deslizaron hasta descansar abrazados en el suelo. El resplandor y el sonido de la tormenta, acompañaron el silencio de la pareja. Sus almas se habían fundido en una escalofriante y extraña comunión que prometía ser eterna. Kendall parecía otro, acariciaba con ternura el cabello de su amante, mientras ésta descansaba adormecida sobre su pecho.
Amaneció y la tormenta había quedado atrás. Un haz de luz que daba directamente en la cara de Kendall, logró despertarlo. Sobre sus piernas descansaba la gata blanca; el día había llegado y el hechizo había perdido su efecto.
En el piso seguían tiradas las pertenencias que habían caído del pequeño cofre, incluido el hermoso camafeo; volvió a guardar en el compartimiento secreto de la joya el papel con el detalle de dónde se encontraba el escondite secreto del libro.
Tomó el libro de transformaciones robado a su maestro Norton y lo volvió a guardar, colocó nuevamente la piedra que disimulaba el lugar y colgó la pintura, dejando todo como estaba antes.
De inmediato salió hacia el pueblo a comprar el vestido mas hermoso que pudiera encontrar, para que esa noche en la cena, Kate lo luciera para él.
Tomó a la gata en sus brazos, fue al establo en busca de su caballo y preparó el carruaje para el viaje. Kendall estaba feliz; ya no le importaba que la gente del pueblo lo viera sin mascara, sabía que a partir de ese día, sus noches en soledad habían terminado.
Llegó a St. Leonard’s cerca del mediodía, dejó el carruaje frente a la tienda y bajó con la gata en brazos. Cuando entra, la cara de asombro del tendero al ver a ese hombre con el rostro desfigurado, provocó que el hechicero esbozara una sonrisa irónica.
Sin decir una palabra, tomó el vestido mas suntuoso que pudo encontrar en el escaparate; se acercó al hombre que permanecía inmóvil detrás del mostrador, dejó a la gata para sacar de entre sus ropas una pequeña bolsa - Con esto alcanza?... - Dijo apoyando en el mostrador una moneda de oro.
Mirando perplejo el rostro de Kendall, el dueño de la tienda tomó la moneda, mientras un escalofrío recorrió su espalda.
Cuando Kendall movió el carruaje para regresar a su casa, notó que el caballo cojeaba. Se bajó y revisó una por una las patas del animal, descubriendo que una de las herraduras estaba partida. Maldijo su mala suerte y no tuvo otra alternativa que llevar al caballo hasta el único herrero que tenía el pueblo, un hombre llamado John Petersen.
Al llegar al establo, el herrero estaba de espaldas concentrado en su labor y no notó la presencia de Kendall. En una mano sostenía una gran pinza, con ella aprisionaba una herradura candente apoyada sobre un enorme yunque; en la otra mano, tenía un mazo con el que golpeaba sobre la herradura caliente, tratando de moldearla.
- Necesito su ayuda… - Dijo Kendall.
El herrero, sin mirarlo, le dice que lo atendería enseguida. Luego de un par de golpes mas, puso la herradura dentro de un tanque con agua, dejó el mazo sobre el yunque y se quitó los guantes mientras giraba para atenderlo.
Parado frente a él estaba la figura imponente de Kendall, la hermosa gata blanca que sostenía en sus brazos, contrastaba con el horripilante rostro de aquel hombre - Mi caballo tiene rota una herradura…
Impresionado pero sin decir palabra, Petersen se acercó al carruaje y examinó la pata del caballo. Fue al establo, tomó una palanca de hierro y levantando la pata del caballo, sacó la herradura dañada. Luego volvió al establo, tomó una nueva, unos clavos y el mazo; se acercó al caballo, puso la pata debajo de su brazo y comenzó a clavarla.
La mirada de Kendall, logró poner nervioso al herrero; de pronto, no atinó a uno de los clavos que estaba poniendo y golpeó con su mazo al animal. El caballo dio un corcovo relinchando de dolor, la gata se asustó y saltó de los brazos de Kendall.
A pesar de su esfuerzo, Petersen no pudo dominar al caballo por mucho tiempo y en su alocada y corta carrera, se cruzó con el pequeño animal.
La gata fue golpeada y pisada por el descontrolado animal, que se detuvo a pocos metros de donde yacía el cuerpo sin vida de la infortunada Kate. Al ver lo que sucedía, Kendall gritó con desesperación; corrió hacia ella, se arrodilló a su lado y la tomó con delicadeza. El cuerpo inerte de Kate descansaba en los brazos de Kendall.
El herrero Petersen observaba con asombro como aquel hombre de aspecto siniestro, se desesperaba hasta las lágrimas por la muerte de aquel animal.
Kendall se incorporó con la ira dibujada en su desfigurado rostro y caminó hacia el herrero. Petersen quedó inmóvil, sus piernas comenzaron a temblar a medida que se acercaba Kendall insultándolo - Maldito imbécil, vas a pagar por esto…
El pobre herrero no dejaba de disculparse; Kendall dejó a Kate en el carruaje y tomó del piso, el mazo que había soltado el herrero cuando ocurrió el incidente.
Sus ojos drenaban odio. Petersen rogaba piedad mientras caía de rodillas; ignorando sus súplicas Kendall levanto el mazo y el herrero se cubrió la cabeza - Por favor, no me mate… - Gritaba Petersen.
Un certero y potente golpe fue el preámbulo que acompañó al sonido de huesos destrozados; un estruendo parecido al de una pesada bolsa tirada contra el piso, sobresaltó al herrero que seguía arrodillado. El cuerpo sin vida del caballo había caído a su lado, con el cráneo destrozado por el mazazo de Kendall, el animal recibió el impacto directo en la frente. Kendall empujó al herrero y el hombre cayó a un costado; antes de alejarse, le advirtió - Tu destino será peor que el de este pobre animal... - Tomó a Kate del carruaje y se alejó caminando.
Capítulo 3 – Una venganza para toda la eternidad
22.02.2024 12:48Luego de enterrar a Kate, Kendall fue a su escondite secreto en busca del libro de hechizos. El odio que sentía por aquel herrero lo consumía segundo a segundo. Debía pagar por el terrible mal que le había causado y él se encargaría de darle el castigo que merecía. En un segundo le había arrebatado la felicidad, una felicidad que había durado apenas unas horas, pero que lo había marcado para toda la vida.
Lo enfurecía y desconsolaba el hecho de saber que según decía una de las advertencias del libro, no podía repetir el hechizo, lo que significaba que jamás tendría la oportunidad de tener otra Kate.
La ira lo cegaba. Quería vengarse de Petersen y trabajaría sin descanso hasta lograr su cometido. Recorrió minuciosamente las páginas del libro, hasta que encontró algo que le pareció interesante; el nombre del hechizo era “morphing all”. Este hechizo consistía en cambiar la anatomía humana en anatomía animal, que era exactamente lo contrario del hechizo “morph” que había utilizado con su gata Kate.
El hechizo “morphing all” mantenía las mismas condiciones en lo que refería a que la transformación era transitoria y que la misma se consumaba al amanecer y desaparecía con la puesta del sol; la diferencia mas importante y que mas entusiasmaba a Kendall para concretar su venganza, consistía en que el ser humano que bebiera la pócima, además de estar condenado a recibir la mutación, la pasaría de generación en generación. Cada descendiente primogénito, hombre o mujer, de la familia de la primera persona hechizada, al cumplir los 21 años, heredaría los efectos del temible hechizo “morphing all”. Esta característica le aseguraba a Kendall que no sólo el herrero estaría maldito, también su primer hijo y todos los primogénitos de su descendencia.
Para concretar su venganza, sólo le faltaba descifrar el ingrediente oculto en el acertijo: “La herencia familiar será impuesta por aquel que sea capaz de derramar una lágrima desde el corazón, sólo entonces el legado de su sangre perdurará por toda la eternidad y pasará al cumplir 21 años, a cada primogénito de cada generación hasta el fin de su descendencia...”
Luego de leerlo una y otra vez, Kendall comprendió lo que tendría que lograr del herrero Petersen, para conseguir el componente faltante al que se refería el acertijo del hechizo “morphing all”; con él, desencadenaría la reacción en la pócima para que su venganza al fin se concretara.
Preparó el brebaje según indicaba el libro. Uno por uno fue agregando los elementos que requería la pócima, hasta que sólo faltó uno: “Un trozo de piel del espécimen de animal en que luego se transformará quien la beba”.
Con su mente totalmente dedicada a concretar la venganza mas cruel contra Petersen, Kendall pensó que si el herrero había sido responsable de la muerte de su gata, la mejor forma de vengarse era que él y a través de su primogénito, toda su descendencia, durante el día fueran transformados en gatos.
Kendall volvió al lugar donde había enterrado a Kate y luego de cavar por unos minutos, tuvo ante sus ojos el cuerpo del pequeño animal. Cortó un pedazo de piel de una de sus patas y volvió a cubrirla. Todo estaba pronto, esperó que anocheciera y amparado en la oscuridad, fue a la casa de Petersen a consumar su venganza.
El herrero, su esposa Mery y su pequeño hijo estaban cenando sin imaginar que pronto esa tranquilidad se vería conmovida por la presencia de Trebord Kendall.
Un golpe en la puerta sobresaltó a la familia Petersen; quién podría ser a esas horas?, se preguntó Mary. Cuando el herrero abrió la puerta, la filosa daga de Kendall se apoyó en su garganta; comenzó a retroceder lentamente y la horripilante figura de Kendall apareció frente a su familia.
Al notar lo que sucedía Mery se levantó presurosa, tomó al niño y lo acomodó entre sus brazos, tapándole la cara - Qué está pasando John?... - Preguntó asustada, mientras intentaba que el niño no viera al hombre del rostro desfigurado.
Como todos en el pueblo, ella había sentido la historia del “hombre sin rostro”, pero nunca imaginó que lo conocería personalmente y bajo esas circunstancias.
Petersen no le había contado a su esposa el episodio ocurrido con Kendall, Mery esperaba su segundo hijo y no quería preocuparla sin razón. Ahora sabía lo equivocado que estaba.
Ignorando las súplicas del herrero para que dejara libre a su mujer e hijo, Kendall le ordenó a la mujer que atara a su esposo. Mery no tuvo otra alternativa que hacer lo que le pedía; al dejar por un momento al pequeño George, el chico vio la espantosa cara de Kendall y gritó asustado sin querer soltar a la madre. John intentó reaccionar, pero recibió un fuerte golpe que lo dejó inconsciente.
Cuando el herrero despertó, estaba atado a uno de los pilares que sostenían en techo de la casa; frente a él, estaban Mery con su hijo George. Kendall se acercó a la aterrorizada mujer y le apoyó la daga en el vientre.
Mary suplicaba que no la dañara; Kendall miró a Petersen y sonrió. El herrero luchaba por soltarse, sus muñecas sangraban pero no lograba liberarlas. Sus ojos se llenaron de lágrimas por la impotencia de ver a su familia amenazada por aquel siniestro individuo - Déjalos en paz, ellos no hicieron nada. Por favor, no lastimes a mi familia... - Suplicó el herrero Petersen.
Al ver el llanto en los ojos del herrero, Kendall dejó a la mujer, sacó la pócima de su abrigo y se acercó al hombre indefenso. Sin decir una palabra, apoyó el pequeño recipiente en la mejilla de Petersen y dejó que una de las lágrimas cayera dentro. Esto provocó una inmediata reacción en el líquido, había conseguido el ingrediente secreto y la pócima estaba pronta.
A pesar de no entender lo que sucedía y de seguir atado, John sintió un gran alivio al ver que dejaba de amenazar a su mujer y la liberaba junto a su hijo. Una vez que quedaron solos, Kendall obligó al herrero a beber la pócima; Petersen, sabiendo que su familia estaba a salvo, no se resistió y bebió aquel liquido tibio y humeante, sin saber que al hacerlo, estaría condenado a sufrir las consecuencias de una maldición que lo acompañaría toda su vida y a su descendencia, por toda la eternidad.
Amparado por la oscuridad de la noche, Trebord Kendall se cuidaba de no ser visto, mientras recorría las callejuelas de St. Leonard’s de regreso a su casa. Estaba ansioso por volver a la mañana siguiente y verificar personalmente que el hechizo se cumpliera. Ver a Petersen convertido en gato sería la culminación perfecta de su venganza.
En la puerta de una de las casas, una señora despedía a una joven mujer. Kendall se mantuvo oculto y cuando la jovencita pasó cerca de él, la reconoció de inmediato. Era Alice, la misma chica que tiempo antes se había prestado para distraerlo y burlarse de él junto a sus amigos; la chica a la que Kendall le había robado un mechón de su cabello.
La siguió a corta distancia. Luego de un trecho, la chica se percató de ello y apuró el paso asustada. Cuanto más se apuraba, mas cerca sentía los pasos de quien la seguía.
Cuando vio la oportunidad, Kendall se abalanzó sobre ella tomándola por detrás. Mientras tapaba su boca para que no pudiera gritar, la arrastró hasta un lugar apartado.
La pobre chica estaba aterrada e intentaba en vano liberarse de su misterioso atacante; poniendo en su garganta la misma daga con la que, minutos antes, había amenazado al herrero Petersen; Kendall le ordenó que se quedara quieta. Temiendo por su vida, al sentir el frio de la hoja de acero en su piel, Alice dejó de resistirse.
- Qué quiere de mí?… - Preguntó la chica aterrorizada.
Kendall la dio vuelta y sus caras quedaron frente a frente. Un gesto de asombro se sumó a la expresión de terror que tenía el rostro de Alice - Usted!!! - Exclamó al ver que su atacante era “el hombre sin rostro”, el mismo del que ella y sus amigos, tiempo atrás, se habían burlado.
La sonrisa irónica del espantoso rostro de Kendall, fue lo último que vio la chica antes de recibir un golpe de puño que la dejó sin sentido.
Desmayada en sus brazos, la dejó en el suelo y comenzó a desprenderle la blusa; levantó su falda y le arrancó la ropa que llevaba bajo ella. La joven quedó prácticamente desnuda a merced de lo que se le ocurriera a su depravado atacante.
Los ojos de Kendall realizaron un minucioso recorrido por la desnudez de aquel hermoso cuerpo; cuando sus manos acariciaron el vientre de la jovencita, la suavidad de la piel quedó impregnada en sus dedos.
Se escuchó apenas un quejido de dolor que partió de la garganta de la víctima. A pesar de continuar en un estado casi inconsciente, percibía todo lo que le estaba sucediendo.
Atontada y sin fuerzas, intentaba liberarse de aquel hombre que estaba sobre ella lastimándola. Como si estuviera viviendo un horrible sueño, sentía como Kendall abusaba de ella sin poder hacer nada para impedirlo.
Una vez que su morboso apetito sexual quedó satisfecho, Kendall se alejó, dejando a la chica inconsciente y semi desnuda, tirada en el mismo lugar donde la había violado.
Poco más tarde, Alice comenzó a despertar y a tomar conciencia de lo que le había sucedido. Las lágrimas de su llanto parecían querer ahogar las imágenes que invadían su mente; la espantosa cara de Kendall sonriendo; el hedor de su aliento, las enormes manos tocando todo su cuerpo, llegando a lugares a los que jamás otro hombre había tenido acceso.
Su aspecto era deprimente. Un hematoma cubría parte de su cara; de su labio inferior partido, manaba un hilo de sangre; su ropa desgarrada apenas lograba cubrirla.
Intentó ponerse de pie y el intenso dolor que sintió la hizo caer de rodillas. Miró al cielo, como buscando una explicación a lo ocurrido y un grito desgarrador cortó el silencio de la noche.
Al otro día, Kendall dormía cuando la rotura del vidrio de una de sus ventanas lo despertó sobresaltado. Una multitud enardecida, clamaba venganza por lo que había hecho con Alice.
Con su padre a la cabeza, la gente del pueblo rompió la puerta y entró a la casa.
Alguno de lo hombres quedaron perplejos al verlo y dudaron, pero al padre de Alice lo cegaba el odio que sentía por aquel monstruo que había abusado de su hija y los alentaba - No sean cobardes, es solo un hombre desfigurado...
Mientras algunos lo sacaban de la casa a la fuerza, otros pasaban una soga por la rama de un árbol cercano. Ataron las manos de Kendall por su espalda, lo subieron a un caballo y le pasaron la soga por el cuello. Momentos antes de que el padre de Alice espantara al caballo, el hechicero los maldijo gritando que todos pagarían por lo que le estaban haciendo. El hombre lleno de odio, golpeó con fuerza el lomo del caballo - Vete al infierno... - Fue lo último que escuchó Kendall antes de que su cuello se rompiera.
Capítulo 4 – Un misterioso héroe, una peligrosa atracción
25.02.2024 20:05Ciudad de Montevideo, Uruguay. Época actual...
Linda Miller, era una joven estudiante, que trabaja como secretaria en una importante empresa de Software.
Desde hacía poco mas de un año, Linda mantenía una relación sentimental con un joven llamado Pablo Peirano, un destacado estudiante y deportista, con fama de seductor, que pertenecía a una importante y acaudalada familia Uruguaya.
Los chicos se conocieron en una fiesta a la fueron invitados la familia Peirano; Linda en cambio, fue para acompañar a su mejor amiga Andrea, prima de la joven homenajeada.
Cuando los presentaron, la belleza de Linda de inmediato cautivó a Pablo. El chico era atractivo y muy interesante, cualidades que no tardaron en conquistarla también a ella; a partir de ese momento, comenzó su relación.
Mas de un año después...
Esa tarde, Pablo llamó a Linda y se disculpó por no poder pasar a buscarla por la oficina como lo hacía habitualmente.
Todas las mañanas, Linda acostumbraba caminar hasta su trabajo y, como pasó esa noche, cada vez que su novio no la recogía, aprovechaba también para regresar de la misma forma; tomaba la caminata como un buen ejercicio para mantenerse en línea.
Para ir y volver a su casa, Linda siempre recorría el mismo camino; el único momento en que su atención se apartaba de la música que escuchaba con sus audífonos, era para observar una hermosa mansión que ocupaba toda una esquina y tenía una particularidad que la distinguía de las demás. A Linda siempre le había llamado la atención ver cada mañana, al pasar frente a aquella casa, un hermoso gato negro que siempre parecía descansar en el jardín.
Con el tiempo notó otro hecho peculiar, a pesar de que el gato era un animal que se podría definir como de hábitos nocturnos, cuando volvía a su casa por la noche, éste nunca estaba, o por lo manos, ella nunca lo había visto. No parecía imposible que esto sucediera, pero para ella era algo fuera de lo común.
Esa noche parecía ser como tantas otras; Linda volvía caminando a su casa escuchando su música, sin imaginar que los acontecimientos que estaban por ocurrir, cambiarían para siempre su vida.
Al pasar frente a la casa del gato negro sintió algo inusual que le causó escalofríos; una especie de premonición de que algo malo estaba por suceder.
De pronto, a su sombra que veía reflejada en el suelo, se sumó otra silueta que no era la de una persona. Al mirar se asombró al encontrarse frente a una moto y en ella, dos hombres de aspecto desagradable.
Se habían acercado con el motor apagado para poder sorprenderla; al verse descubiertos, el individuo que estaba sentado atrás tomó la cartera que Linda, mientras el conductor encendía la maquina y aceleraba.
Cuando salió de su asombro y se dio cuenta de lo que pasaba, gritó pidiendo socorro e instintivamente se aferró con todas sus fuerzas a la cartera; esto motivó que se cortaran las cintas y se le zafara al delincuente de las manos; por el impulso, Linda retrocedió y se golpeó contra el muro de la casa.
Los ladrones no iban a dejar pasar la oportunidad y detuvieron la marcha. Mientras el conductor esperaba en la moto, su compañero abordó a Linda amenazándola con una navaja, al tiempo que le exigía la entrega de la cartera.
La chica, en el piso y aún aturdida por el golpe, suplicaba y trataba de explicarle que no tenía dinero. Lejos de creerle, el delincuente intentó arrancarle la cartera de sus manos.
Sin pensarlo y sin medir las consecuencias, Linda nuevamente forcejeó con el individuo por unos instantes, hasta que la fuerza del hombre prevaleció y logró arrebatársela.
Unos metros mas adelante, el hombre que esperaba en la moto observaba todo. Cuando vio que su compañero había logrado el objetivo, le gritó que se apurara para poder huir del lugar lo más rápido posible; había visto asomarse gente por una ventana de la casa y suponía que eso significaba que pronto llegaría la policía.
Cuando su cómplice se disponía a retirarse, de la nada apareció un joven, y con un salto espectacular, quedó parado delante de Linda, justo frente al delincuente.
Con un veloz movimiento recuperó la cartera - Creo que esto no te pertenece… - Le dijo al delincuente y se la entregó a la chica que seguía algo aturdida, aún en el piso.
- De dónde salió ese idiota? - Dijo el que esperaba en la moto.
- No sé, pero sé a dónde va a ir… - Dijo el de la navaja mientras intenta clavar el arma en el abdomen del desconocido.
En el ambiente delictivo, este peligroso delincuente era conocido con el alias de “Rocky”, en alusión a su pasado como boxeador; por esta razón y por su también temida agresividad, su compañero daba por descontado que acabaría rápidamente con aquel joven entrometido.
Pero lejos de estar en lo cierto, el chico esquivó el ataque con otro rápido movimiento, al tiempo que agarraba la mano del delincuente con una extraña toma que lo inmovilizó; esto le provocó un intenso dolor que lo obligó a dejar caer la navaja.
De la forma en que lo tenía agarrado, parecía imposible que no pudiera moverse, sin embargo, el delincuente se mantenía estático con el brazo estirado hacia un costado y su mano doblada hacia arriba, sostenida solo por dos dedos de su oponente. Rocky quería golpearlo pero no podía moverse de la extraña posición en que estaba.
Al verlo en tan complicada situación, su compañero dejó la moto y fue en su ayuda; sacó de entre sus ropas un revolver con el que intentó amedrentar al chico.
Sin soltar la mano de Rocky, giró su cuerpo para quedar frente a su nuevo adversario y con una patada circular, lo desarmó. Furioso, el Morsa intentó descargar su ira embistiéndolo, pero la agilidad y los reflejos de aquel muchacho eran impresionantes; giró nuevamente su cuerpo logrando esquivar la arremetida y provocando que el golpe que debía recibir él, lo recibiera Rocky. En ese mismo instante, aflojó la presión de sus dedos y soltó la mano que mantenía apresada, haciendo que ambos delincuentes se golpearan violentamente contra el muro de la casa.
Linda no podía creer lo que estaba viendo; se mantenía apartada y en silencio.
- Será mejor que se vayan... - Advirtió el muchacho a los delincuentes.
Cuando el Morsa se incorporó, intentó atacarlo nuevamente, pero Rocky lo detuvo. Nadie lo había humillado de esa forma y quería destrozarlo con sus propias manos, pero Rocky, sin dejar de masajear su mano aún dolorida, logró convencerlo al recordarle que en cualquier momento llegaría la policía. El Morsa, no muy convencido, aceptó la sugerencia, subió a la moto y antes de alejarse advirtió al chico - Esto no va a quedar así… - Dejando en claro que lo buscarían para vengarse.
Una mezcla de asombro y admiración hacia aquel héroe desconocido, era lo que sentía Linda mientras observaba alejarse a los delincuentes.
- ¿Te encuentras bien?... - Le preguntó el muchacho mientras la ayuda a ponerse de pie.
Al mirarse, algo extraño ocurrió entre ellos; por varios segundos quedaron en silencio, sólo mirándose el uno al otro. Antes de irse, el joven le pidió a Linda que no denunciara lo sucedido.
Linda, que aún no salía de su asombro, corrió unos metros y tomó su mano - Espera, aún no te he dado las gracias por salvarme...
- No tienes nada que agradecer… - Liberó su mano y se alejó.
- Por lo menos dime tu nombre - Pidió Linda.
El chico se dio vuelta, la miró y dijo - Ryan… - Lentamente su silueta se perdió en la oscuridad de la noche, desapareciendo de forma tan misteriosa como había aparecido.
Linda llegó a su casa con una extraña sensación; estaba nerviosa debido al mal momento vivido con los asaltantes, pero a su vez, no podía olvidar la imagen del desconocido que la había rescatado. Sus ojos azules que parecían brillar en la oscuridad; su pelo, largo y de un color negro intenso; su figura atlética, sus ágiles movimientos y su voz, grave y seductora, era el complemento ideal para hacerlo un hombre perfecto.
Con 22 años recién cumplidos, Linda había salido con varios chicos desde la secundaria, y a pesar de hacer mas de un año que estaba de novia con Pablo, nunca se había sentido tan atraída por nadie. Ryan la había deslumbrado totalmente; se sentía la protagonista de un cuento de hadas, en el que su príncipe azul aparecía como por arte de magia, para salvarla de una complicada y riesgosa situación.
Al ver su comportamiento tan extraño, Isabel, madre de Linda, intuyó que algo no andaba bien - Hija, qué te está pasando?…
Linda tenía su pensamiento puesto exclusivamente en Ryan. Sintió la pregunta, pero era como si no lo hubiese hecho - ¿Qué? - Contestó algo distraída, como si la voz de su madre la hubiese despertado de un sueño.
Isabel, ahora preocupada, repitió la pregunta; Linda reaccionó y de inmediato comenzó a contarle la odisea que había vivido minutos antes de llegar.
Durante su relato, se emocionaba con cada detalle y repetía constantemente el nombre de Ryan. No dejaba de resaltar su increíble y valerosa intervención, la forma como enfrentó a los delincuentes y cómo logró salvarla de ellos.
Isabel se dio cuenta de que su hija estaba realmente atraída por aquel joven, que para ella, no dejaba de ser un desconocido. Aunque se sentía agradecida porque ese chico había salvado a su hija, la misteriosa aparición en el lugar y el momento en que Linda estaba siendo atacada, y el extraño pedido de que no denunciara lo ocurrido a la policía, no terminaban de convencer a Isabel.
Pero para Linda, el incidente que había puesto en riesgo su vida pasó a un segundo plano; el temor que sintió en ese momento, se transformó en admiración y su única preocupación era saber si volvería a ver a su héroe desconocido Ryan.
Isabel insistió en denunciar el hecho a la policía - Para qué? - Preguntó Linda.
- ¿Cómo para qué?, te acaban de asaltar, si tu padre estuviera vivo…
- Pero no lo está mamá - Le dice Linda enojada. Le recordó que gracias a Ryan, no lograron concretar el robo, y le aseguró que si el chico que se había arriesgado por defenderla, le había pedido no avisar a la policía, ella lo respetaría.
Cada palabra de Linda confirmaba la sospecha de su madre; se había enamorado del joven desconocido y esto la hacía temer por su relación con Pablo.
Hacía apenas seis meses que Linda había perdido a su padre, un detective de la policía, muerto durante la redada a una banda de narcotraficantes. Luego de quedar viuda, Isabel apostaba a la relación de Linda con Pablo para asegurar el futuro de su hija; casarse con el heredero del imperio Peirano seguro lo haría - ¿Tampoco le vas a contar a Pablo?... - Le preguntó Isabel.
- ¿A Pablo?... - Dijo Linda sorprendida.
- Si, a Pablo, o te olvidaste que tu novio se llama Pablo... - Linda, algo molesta con su madre, antes de irse a su cuarto, le aseguró que al otro día lo haría.
En otro lugar de la ciudad, Ryan caminaba pensando en la hermosa chica que había conocido; aparte de su belleza, había algo en ella que la hacía especial, algo que no le permitía sacarla de su mente. Al recordar su rostro, una extraña sensación recorría todo su cuerpo. La poderosa atracción que sintió al mirarla a los ojos, lo perturbaba.
En su casa lo esperaba preocupado Brandon, su hermano gemelo; se preguntaba dónde se habría metido, mientras caminaba nervioso de un lado al otro de la sala. A través de la ventana, había presenciado el intento de asalto a Linda y el desenlace gracias a la intervención de su hermano, pero lo que le preocupaba no era precisamente eso.
Cuando Ryan llegó, Brandon lo abordó de inmediato, recriminándole su actitud con Linda y el peligro que corrían si la policía intervenía. Lo escuchaba pero no le importaba lo que decía, no podía sacarse de la cabeza a Linda.
Pero cuando Brandon insinuó que Linda era culpable de lo ocurrido por estar caminando sola a esas horas, Ryan reaccionó - No digas eso de ella... - Y se paró desafiante delante de Brandon.
- ¿Qué pasa hermanito, tanto te importa esa mujer?... - Ryan no le contestó, prefirió terminar la conversación en ese momento y se retiró a su cuarto.
Después de quitarse la remera y las zapatillas, comenzó una serie de movimientos que imitan las técnicas utilizadas por diferentes animales para desplazarse, atacar y defenderse; en Kung Fu estos movimientos se conoce con el nombre de “TaoLu”.
Una vez que terminó la serie de ejercicios, se sentó en el piso y con movimientos lentos, cruzó las piernas y llevó cada pie hasta apoyarlo en el muslo contrario; el tronco transpirado se mantenía recto y dejó descansar lentamente sus manos sobre las rodillas.
Cerró los ojos y comenzó a respirar profunda y pausadamente, logrando llegar a un estado de total concentración; su ritmo cardíaco disminuyó paulatinamente hasta casi detenerse; quedó prácticamente aislado de todo su entorno, como si la mente se liberara de su cuerpo. Esta antigua técnica que Ryan había aprendido en China, era muy utilizada por los maestros Shaolin; con ella lograban armonizar todos sus sentidos y conseguir una total paz espiritual.
Durante varias horas Ryan permaneció en esa extraña posición; cuando los primeros rayos de sol entraron por su ventana, el cuerpo del joven comenzó a cambiar. Poco a poco, la figura humana de Ryan se fue transformando en animal y en pocos minutos, en el lugar donde él meditaba, sentado sobre el pantalón de su kasaya [Vestimenta tradicional de los Monjes Shaolin], se encontraba un gato totalmente negro.
Capítulo 5 – La herencia del Clan Cooper
28.02.2024 18:39Ryan y Brandon Cooper, eran los únicos habitantes de la mansión que Linda había bautizado como “la casa del gato negro”.
Los antepasados de la familia Cooper fueron una de las primeras familias de emigrantes Europeos, que llegaron a América con los primeros colonos Ingleses. Descendientes directos de los Petersen, arrastraban la maldición del hechizo que había realizado siglos antes Trebord Kendall, al herrero del pueblo St. Leonard’s.
Los padres de Ryan y Brandon, intentaron ocultarles la verdad el mayor tiempo posible. La maldición del hechizo la heredaron por la línea sanguínea de su madre, por lo tanto, su padre no la padecía.
A medida que los gemelos crecían, tener que explicarles la misteriosa ausencia de la madre durante el día, era una tarea cada vez más difícil para su padre, el Sr. Cooper. Por ello, a muy corta edad decidieron enviarlos a un internado en Inglaterra, donde pasaron sus años escolares y eran visitados por sus padres muy pocas veces al año. Esta situación de alejamiento fue mellando el temple de la señora Cooper, hasta que, cuando sus hijos tenían 10 años, no soportó la situación y se quitó la vida.
Tiempo antes, la señora Cooper había entregado a su esposo un paquete y le pidió que prometiera que solo iba a abrirlo luego de que ella muriera. El paquete contenía un video que ella misma había grabado, donde se podía ver el momento de su transformación de humano a gato. También, en el video, se disculpaba y explicaba a sus hijos y esposo los motivos de la drástica decisión de suicidarse.
Ryan era su primogénito por apenas cinco minutos, y la señora Cooper, sabía por todo lo que había pasado desde que cumplió sus 21 años y lo difícil que sería para Ryan, comprenderlo, así como la dificultad que tendría su esposo para convencer a sus dos hijos de la veracidad de la increíble historia familiar; solo si lo veían con sus propios ojos, sus hijos podrían creerlo.
Una vez finalizada la primera etapa de sus estudios, el Sr. Cooper decidió mantenerlos en el extranjero, dándole a cada uno, la opción de elegir el lugar donde continuar su educación y la orientación de la misma.
Brandon, además de ser un chico sumiso e introvertido, era un destacado estudiante; tomando en cuenta el origen de su familia y el prestigio que le daría contar con un doctorado de la Universidad de Oxford, decidió quedarse donde estaba y continuar sus estudios secundarios y superiores en Inglaterra.
Ryan era todo lo contrario, siempre se había destacado en los deportes y pese a su corta edad, era un avanzado estudiante de las artes marciales; por eso, sin importarle el problema que podría llegar a significar el idioma, decidió continuar sus estudios en China y al mismo tiempo, esperar la oportunidad para perfeccionar su Kung Fu en el legendario templo de Shaolin.
Ryan y Brandon pasaron otros diez años en el exterior. Ryan intentando convertirse en monje Shaolin y Brandon tenía casi completos sus estudios de medicina, pero se acercaba la fecha de su cumpleaños número 21 y era el momento de que supieran la verdad que les tocaría vivir a partir de ese momento.
Ryan, como primogénito, sería quien heredaría la maldición familiar.
El señor Cooper se las ingenió y utilizando como excusa padecer una grave enfermedad, pidió a sus hijos que dejaran sus actividades en el exterior y volvieran de inmediato a Montevideo.
El primero en llegar y asombrarse por ver a su padre en perfectas condiciones de salud, fue Ryan. Con la promesa de recibir una explicación coherente, debió conformarse y esperar hasta el arribo de Brandon, al día siguiente.
Una vez que los dos hermanos estuvieron nuevamente en Montevideo, su padre estaba listo para enterarlos del verdadero motivo por el que habían sido llamados.
Esa misma noche, debieron escuchar durante más de una hora, a su padre contando la increíble historia de su familia y la maldición que padeció por varias generaciones.
- Qué clase de broma es esta papá!!! - Dice Brandon al escuchar el relato.
Ante la insistencia de la veracidad de lo que estaba diciendo, Ryan y Brandon se preocuparon pensando que su padre sufría algún tipo de desequilibrio mental.
Intentaron que entrara en razón y comprendiera que aquello que estaba diciendo era totalmente disparatado. Brandon, que esperaba una explicación lógica que argumentara la mentira que lo había hecho abandonar su vida en Inglaterra, decidió que al día siguiente volvería a Europa; le faltaba muy poco para terminar su carrera de medicina en Oxford y no tenía tiempo que perder con las tonterías de su, aparentemente, desquiciado padre.
Ryan lo tomó con calma; utilizando viejas técnicas de la filosofía oriental que había aprendido en su estadía en el templo de Shaolin, intentó profundizar en el tema con su padre, tratando de entender la causa que lo llevó a inventar semejante historia.
Como todo parecía en vano, Brandon se fue a dormir. Antes de retirarse aconsejó a Ryan que hiciera ver a su padre por un psiquiatra - Espera Brandon!!! - Suplicó el Sr. Cooper a su hijo; fue a la biblioteca y trajo el paquete que tiempo atrás le había entregado su esposa antes de suicidarse - Vean este video y comprenderán lo que les digo… - Ryan y Brandon decidieron hacer caso al pedido de su padre y aceptaron verlo.
En la filmación se podía ver a la Sra. Cooper sentada en un sillón de la sala, relatando la misma historia increíble que, momentos antes, les había contado su padre. Luego de explicar la decisión drástica que había tomado y pedirles perdón por ella, esperó unos minutos hasta el amanecer. Cuando la claridad del nuevo día comenzó a llenar la sala, los hermanos Cooper observaron asombrados como su madre, lentamente, sufría una metamorfosis que en pocos segundos la convirtió en gato.
Brandon quedó perplejo, sin encontrar una explicación a lo que estaba viendo; Ryan se acercó a su padre, lo abrazó y con resignación, asumió su destino.
Para Ryan y Brandon, sacrificar y abandonar todo lo que habían logrado en la vida, no sería una tarea fácil; pero deberían volver definitivamente a Montevideo y vivir con su Padre, sabiendo que en pocos meses, al cumplir los 21 años, su existencia cambiaría para siempre. Ryan durante el día sería un gato y Brandon debía ocuparse y cuidar de la casa, que ocultaba mucho más que la increíble historia de la familia Cooper, de su padre y de su hermano Ryan, mientras éste permanecía en estado animal.
La continuidad del Clan Cooper dependía de ellos y como sus antepasados, debían asumir esa responsabilidad. Al igual que sus predecesores, Ryan y Brandon debieron prometer cumplir con tres condiciones imprescindibles para el cometido de preservar el Clan Cooper, descendientes directos de los Petersen; 1ro.: Mantener el secreto familiar aún a costa de sus propias vidas; 2do.: Asegurar la descendencia familiar del primogénito, buscando y formando pareja con una persona que por amor, fuera capaz de asumir la vida que le esperaba a su lado; 3ro.: Jamás renunciar a la búsqueda de la forma de revertir la maldición que condenara siglos atrás a toda su familia.
Se tomaron un corto tiempo para regularizar sus vidas en el exterior; luego, ambos se radicaron definitivamente junto a su padre, en la mansión familiar de Montevideo.
En ese lapso, Brandon pudo terminar su carrera de medicina en Oxford, especializándose en cardiología; Ryan se transformó en el primer occidental en ser Monje del milenario Templo de Shaolin.
Meses más tarde y poco antes de comenzar las transformaciones, el Sr. Cooper falleció por una afección cardíaca; ahora los hermanos sólo se tenían el uno al otro.
Al cumplir 21 años, Ryan asumió su destino. Con la ayuda de su enorme control mental y corporal logrado después de tantos años de entrenamiento, sumado a una filosofía de vida milenaria, que le otorgaban efectos sorprendentes e increíbles sobre su cuerpo y alma a quien, como en su caso, había logrado dominar las diferentes técnicas, al llegar a ser maestro Shaolin, Ryan maneja con gran sabiduría, la extraña situación que debía enfrentar a diario a partir de ese momento.
Brandon en cambio, sufría su destino y maldecía su linaje. A pesar de no ser él quien debía padecer las transformaciones, reprochaba al antepasado que siglos atrás, en un acto torpe e irresponsable, había arruinado por completo su vida condenándolo a mantenerse prácticamente preso en la mansión familiar del clan Cooper.
El herrero John Petersen, era el culpable de su desgracia y quien lo había condenado a una existencia que no terminaba de aceptar.
Capítulo 6 – Posesiva obsesión
29.02.2024 15:41A la mañana siguiente del asalto frustrado a Linda, cuando Pablo la llamó al trabajo, se enteró de lo ocurrido la noche anterior y le recriminó por no habérselo dicho.
Cuando Linda le dijo - De todas formas no hubieses podido hacer nada… - Pablo se molestó mucho; pero al enterarse de que no había hecho la denuncia policial porque el chico que la había rescatado se lo había pedido, enloqueció.
- ¿Ryan?..., qué me importa ese tal Ryan… - Pablo notó que algo raro sucedía con su novia, algo que para nada le gustaba, entonces le dijo - Te paso a buscar y vamos a la policía a denunciar lo que te pasó...
- No voy a ir con la policía… - Linda se mantuvo firme en no querer denunciar lo ocurrido a las autoridades.
Al ver cómo se ponía su novia ante lo que le proponía, Pablo cambió la estrategia y con mas calma, intentó convencerla - Linda, si tu padre estuviera vivo...
- No nombres a mi padre!!! - Le dice enojada.
La noche que asesinaron al padre de Linda, habían discutido por su relación con Pablo, no quería que se involucrara con gente como los Peirano ya que él mismo los estaba investigando por su conexión con la droga, el contrabando y otra serie de delitos y negocios ilegales.
Por este hecho, cuando su padre murió, un sentimiento de culpa se apoderó de Linda, eso nunca le permitió superar totalmente la pérdida, ni quitarse ese enorme peso que la hostigaba.
A pesar de las razones que su novio le daba, Linda insistía en su postura de no dar intervención a la policía, respetando el pedido de Ryan.
Esta intransigencia y la forma en que su novia hacía referencia a aquel desconocido que la había salvado, terminó por molestarlo y cortó la comunicación.
Linda estaba muy confundida, su relación con Pablo no era como al principio; últimamente estaba muy celoso y posesivo, lo que lo había transformado en un chico muy volátil y sumamente agresivo.
A tal punto había llegado esta situación, que en una oportunidad golpeó a un compañero de trabajo de Linda, por el simple hecho de haberla acompañado un breve trecho de regreso a su casa. En esa oportunidad, Pablo estuvo a punto de terminar encarcelado; lo salvaron el dinero de su familia y las influencias de su padre.
Este temperamento violento hizo que Linda comenzara a temerle. Al poco tiempo, comenzaron los rumores de amoríos que Pablo tenía con otras chicas, y la relación estuvo a punto de romperse definitivamente.
Ahora, en la vida de Linda aparecía Ryan, y ella no podía sacarlo de su cabeza, aún sin saber si algún día volvería a verlo.
Esa noche Linda decidió regresar a su casa caminando; sentía la necesidad de hacerlo y el presentimiento de que se encontraría con él.
A medio camino, un auto se acercó lentamente y se detuvo a su lado. Luego del susto inicial, vio que era su novio Pablo - Hola hermosa, te llevo?... - La saludó por la ventanilla entre abierta.
Linda devolvió el saludo a su novio, pero en realidad, él no era a quien ella esperaba encontrar.
Cuando Pablo insistió en que subiera al auto, Linda sin dudarlo se negó y le dijo que prefería caminar; el joven bajó ofuscado y la tomó con fuerza del brazo.
- Me estás lastimando... - Le dijo ella intentando soltarse.
Desde la oscuridad, una voz que para Linda era inconfundible, le sugiere al quien la estaba tomando con violencia por el brazo - Por qué no la sueltas…
Pablo miró hacia el lugar desde donde venía la voz e increpó al desconocido, insultándolo - Quién te piensas que eres, ocúpate de tus cosas, imbécil...
Linda le explica - Es Ryan, el chico que me defendió anoche…
Pablo suelta el brazo de su novia y se dirige hacia Ryan - Así que el héroe desconocido, viene nuevamente al rescate de la damisela...
Pablo era cinta negra de Karate; Linda lo había visto combatir en varios torneos y sabía que era muy bueno. Además de ser físicamente más grande que Ryan, Pablo era sumamente agresivo en sus combates, llegando en ocasiones a lastimar seriamente a sus adversarios; temía lo que podría pasar en un enfrentamiento con Ryan.
- No tengo nada contra ti, sólo déjala en paz... - Le dijo Ryan; dio unos pasos y su silueta apareció desde la oscuridad.
- Mira a tu héroe… - Le dijo Pablo a Linda - Tiembla como una hoja… - De inmediato se puso en posición de combate, listo para atacarlo.
- Las hojas tiemblan cuando el viento las acaricia, los hombres cuando enfrentan su destino... - Contestó Ryan; miró a Linda, luego a Pablo y continuó - Mi destino está marcado, ¿estás seguro de que el tuyo es pelear conmigo?...
Pablo estaba desconcertado, no entendía nada de lo que decía Ryan. De todas formas lo atacó con una patada frontal, seguida por un golpe de puño.
Sin siquiera ponerse en guardia, con un simple movimiento de su tronco esquivó la patada que iba dirigida directamente a su rostro. Con otro movimiento del tronco, dejó pasar el golpe de puño, al tiempo que con una mano tomaba el brazo de Pablo y con la otra, sin tocarlo, marcó un golpe con sus nudillos, dejando su puño a escasos milímetros de la frente de su oponente - Una hoja no puede devolver tus golpes, yo si... - Le dijo.
Pablo lo miró asombrado. Por sus avanzados estudios en artes marciales, conocía muy bien los puntos vulnerables del cuerpo humano, tanto para dejar sin sentido a un adversario, paralizarlo o hasta para matarlo. Sabía que si Ryan hubiese aplicado el golpe en ese punto de su frente, hubiese muerto de inmediato.
De todas formas intentó un nuevo ataque. Aprovechando la cercanía de Ryan, lanzó un golpe directo al esternón. Estiró su brazo con gran velocidad, acompañando el golpe con su hombro para darle mayor poder. Sin moverse un milímetro, con una velocidad increíble Ryan levantó su brazo, detuvo el golpe tomando la mano de Pablo y lo dejó inmóvil. La palma de la mano que supuestamente golpearía el pecho de Ryan, quedó a escasos dos centímetros de su objetivo. Si hubiese llegado a destino, el golpe podría haber sido mortal - No tientes al destino... - Le dijo Ryan mirándolo a los ojos. Su rostro calmo contrastaba con el enojo que mostraba la cara de su atacante.
Con un movimiento del brazo y abriendo su mano, hizo que Pablo retrocediera mas de un metro. Furioso por la humillación que estaba sufriendo delante de su novia, se disponía a intentar un nuevo ataque cuando Linda se interpuso entre ambos.
- Ya fue suficiente… - Dijo.
- ¿Lo vas a defender?... - Le preguntó Pablo.
- No, te estoy defiendo a ti... - El comentario lo enojó más, pero Linda se mantuvo desafiante frente a su novio, sin moverse ni decir una sola palabra, solo lo miraba.
El episodio quedó terminado con la promesa de venganza hecha por Pablo.
- Vamos… - Cuando intentó tomar a Linda de la mano para que fuera con él, ella se negó y le dijo que prefería caminar.
- Te vas a arrepentir... - Amenazó Pablo; subió al auto y se alejó a toda velocidad.
Cuando quedaron solos, Linda le dijo a Ryan - Pensé que no volvería a verte…
- Tal vez, hubiese sido mejor así... - Contestó él.
A partir de esa noche, los encuentros entre Linda y Ryan fueron prácticamente todas las noches.
La separación con Pablo era un hecho, pero él no lo aceptaba; su relación con Linda comenzó a pedido de su padre Juan Peirano, quien acosado por el Detective Miller y su equipo, le ordenó que se acercara a Linda para conseguir información sobre la investigación en su contra. Luego de un tiempo, Pablo se terminó enamorado de ella.
Más allá de sus sentimientos y del problema que tendría con su padre por haber terminado la relación, a Pablo nunca lo había rechazado una mujer y menos dejado por otro, eso lo enfurecía; con el dinero y el poder de su familia, estaba acostumbrado a conseguir lo que quería, y esta vez, no iba a ser diferente.
Se movía en un ambiente donde las apariencias eran lo mas importante; un ambiente donde los celos y la envidia, podían llegar a destruir a una persona.
Pablo había obviado intencionalmente comentar a su familia y amigos lo de la separación; si se enteraban, además de ser humillante, su imagen de seductor irresistible se caería para siempre; ¿cómo un joven como él, que pertenecía a una familia tan importante, podía ser rechazado por una chica tan vulgar como Linda?
Durante las siguientes semanas, Pablo acosó a Linda permanentemente; en su casa, en su trabajo, tenía que volver con él como fuera; pero Linda tenía todo muy claro, su relación con Pablo estaba terminada.
Cada vez se sentía más atraída por Ryan y con cada encuentro, sus sentimientos eran mas fuertes. En una de tantas ocasiones en que Pablo la llamó para encontrarse y hablar, cansada de la insistencia de su ex novio y de tener que ocultar sus verdaderos sentimientos, decidió aceptar la invitación y explicarle lo que le sucedía con Ryan, aunque sabía que al hacerlo corría el riesgo de meterse en serios problemas.
Con las cosas muy claras, Linda le propuso encontrarse esa noche en la cafetería que estaba frente a la Empresa donde ella trabajaba. Conociendo el temperamento de Pablo, se le había ocurrido concretar el encuentro en un lugar público, para de esa forma, sentirse segura y evitar alguna posible reacción violenta de él al confesarle sus sentimientos por Ryan.
Cuando Linda le contó lo que le sucedía, como era de esperarse, a Pablo no le cayó nada bien; escuchar a la chica que todavía consideraba su novia, decir que estaba enamorada de otro, lo perturbó completamente.
A pesar de que Linda esperaba el enojo de Pablo, jamás imaginó semejante reacción. Sin importarle las demás personas que se encontraban en el local, durante varios minutos Linda recibió todo tipo de gritos e insultos.
La gente que estaba en la cafetería, observaba con asombro y cautela al descontrolado muchacho, temiendo que en cualquier momento, golpeara a la pobre joven que lo acompañaba e intentaba calmarlo.
Dos muchachos que estaban en el lugar, al ver semejante destrato decidieron intervenir - Está bien señorita?..., necesita ayuda?... - Preguntó uno de ellos, mientras el dueño del local llamaba al 911 pidiendo la intervención de la policía.
En pocos segundos, ambos jóvenes estaban fuera de combate con sendos golpes de karate; lo que al principio parecía ser una fuerte discusión de pareja, se había transformado en una sangrienta riña.
Entre gritos y corridas, el mozo se acercó para auxiliar a uno de los chicos que permanecía inmóvil en el suelo; de su nariz salía abundante sangre, por lo que seguramente, estaba rota.
El otro joven se levantó tambaleante e intentó caminar hasta la puerta, donde fue socorrido por otra persona que lo ayudó a sentarse en la entrada; había recibido un golpe en la cabeza que lo dejó sumamente aturdido.
Linda intentó huir pero Pablo la tomó del brazo y le dio una bofetada, lanzándola violentamente contra una silla.
Dos patrulleros llegaron casi simultáneamente al lugar. Los cuatro oficiales tuvieron que esforzarse al máximo para poder dominar al descontrolado joven. Luego de someterlo y esposarlo, lo llevaron hasta uno de los móviles para trasladarlo hasta la Delegación policial, donde permanecería detenido y pasado a fiscalía. Seguramente sería acusado por agresión y lesiones graves, además de resistirse al arresto.
Linda lloraba en brazos de una señora mayor que había presenciado todo. Trataba de consolarla mientras le secaba la sangre que salía de un corte en su labio inferior.
Pasaron varios días desde aquel incidente y Linda ya recuperada, volvió al trabajo; estaba ansiosa por ver a Ryan y explicarle su ausencia.
Caminaba lentamente con la esperanza de verlo aparecer en cualquier momento. De pronto, desde la oscuridad escuchó su voz que la saludaba. Aunque no podía verlo, sabía que era él y se sintió aliviada - Ahora yo pensé que no volvería a verte... - Le dijo Ryan mientras salía de las penumbras. Al ver la marca en su labio, acercó su mano y mientras acariciaba con ternura la herida, preguntó - ¿Quién te hizo esto?...
- No importa... - Contestó Linda.
- ¿Cómo alguien puede ser capaz de dañar tanta belleza?... - Dijo mientras su mano acariciaba con ternura el rostro de la chica.
Linda sentía estar en las nubes. Era su oportunidad, era el momento de saber si Ryan sentía lo mismo que ella; se acercó lentamente y lo besó.
Por un instante Ryan disfrutó besarla, lo deseaba tanto como ella; pero la realidad de su triste historia lo hizo reaccionar; tomando la cabeza de Linda con sus manos, lentamente separó los labios de Linda de los suyos - Espera, esto no está bien…
Linda no lo entendía, pensaba que él sentía lo mismo y se lo dijo. Ryan bajó la mirada sin saber como explicarle la situación; estaba enamorado y no quería herirla, luchaba por controlarse y no hacer lo que le dictaba el corazón. Todo era muy reciente y temía que Linda no fueran lo suficientemente fuerte para afrontar toda la verdad, y con ella, el futuro que le esperaba a su lado. Prefería perderla que lastimarla y sin poder explicarle lo que pasaba, le dijo que una relación entre ellos era imposible.
Linda no pensaba dar un paso al costado, quería saber porqué no podían estar juntos y le exige una explicación.
Ryan no quería mentirle; debía convencerla de no involucrarse con él y a su vez se preguntaba si en realidad quería convencerla de eso - No creo que sea una buena elección para ti...
Ese argumento no era de peso para ella y de inmediato se lo hizo saber - No te parece que eso debo decidirlo yo?…
Ryan quedó inmerso en un profundo silencio; Linda se acercó, le tomó la mano y jugó su última carta, sabiendo que la apuesta era a todo o nada - Si me miras a los ojos y me dices que no me amas, prometo no volver a verte...
La miró y luego de unos segundos Ryan se doblegó; era la primera vez que su mente no lograba controlar sus sentimientos - No puedo... - Contestó antes de besarla.
Capítulo 7 – Venganza frustrada
04.03.2024 12:56Pasaron casi toda la noche juntos, conversando y mimándose. En unas horas, Linda le contó toda su vida y esperaba que Ryan hiciera lo mismo; pero al acercarse el alba, él se apuró a llevarla hasta su casa.
Sin entender nada pero muy feliz, Linda se fue a dormir con la certeza de haber encontrado su gran amor. Mientras, Ryan caminaba de regreso a casa pensando en ella; desde la primera vez que la había visto, sabía que era especial y pensaba que podía llegar a ser la mujer que lo acompañaría el resto de su vida.
Ya en su habitación de la mansión de los Cooper, como cada amanecer de cada día, Ryan se preparaba para una nueva transformación; de pronto, se abrió la puerta y entró su hermano Brandon, parecía estar algo alterado - ¿Otra vez estuviste con esa chica?...
Ryan estaba en su extraña posición de descanso y sin moverse de ella, contestó la pregunta de su hermano - Si, y ya que la nombras, aprovecho para decirte que su nombre es Linda y que estoy enamorado de ella...
Brandon no estaba de acuerdo con su hermano y se lo hizo saber de inmediato - ¿Estás loco?, es demasiado pronto para estar tan seguro...
Con calma, Ryan tomó su pie izquierdo, lo desenganchó de la pierna derecha y lo apoyó en el piso; lo mismo hizo con el pie derecho; se levantó lentamente y giró para quedar frente a frente con Brandon - Si, estoy loco, pero loco por ella...
Mientras Brandon intentaba en vano hacer entrar en razón a Ryan, un rayo de sol comenzó a iluminar la habitación; en pocos segundos, Ryan dejó de ser humano para transformarse en gato.
En otra zona de Montevideo, en el barrio residencial de Carrasco, un punto de la ciudad bastante distante de la mansión de los Cooper, la alarma del reloj despierta a Pablo. Era hora de su entrenamiento diario: 10 km trotando por la hermosa costanera, una hora de gimnasio y otra hora de natación, en las instalaciones que tenía la enorme mansión de la familia Peirano.
Luego de realizar todo ese ejercicio y de una ducha reparadora, sube a su auto deportivo color rojo, para recorrer media ciudad hasta llegar a la academia de Karate “Power Dojo”, donde además de ser el dueño, dictaba clases como Instructor principal.
Gracias a las influencias y el dinero de la familia Peirano, Pablo sólo estuvo un par de horas detenido luego del incidente en la cafetería. Su padre se encargó de indemnizar generosamente a los dos jóvenes heridos, cubrió los gastos médicos y bajo amenazas, los obligó a firmar un documento hecho por sus abogados, donde declinaban iniciar cualquier tipo de acción penal contra su hijo.
Cubrió los gastos de reparación de los destrozos ocasionados en la cafetería y dejó una importante compensación monetaria al dueño, quien también debió firmar un documento que le impedía realizar cualquier otro reclamo.
La justicia no quedó fuera, la llamada a un senador amigo y unos cuantos miles de dólares, lograron que el juez archivara la causa abierta contra Pablo y se borrara cualquier antecedente en referencia a ella.
Linda era la única persona involucrada que estaba dispuesta a seguir adelante con la denuncia; su intención no era perjudicarlo, lo que quería era ayudarlo; estaba convencida de que Pablo necesitaba ayuda profesional, era muy peligroso y debía recibir un tratamiento médico en forma urgente.
La posición de Linda no cayó muy bien a los Peirano; se había vuelto un problema y no podían dejar que siguiera adelante con la denuncia, eso perjudicaría a Pablo y con la investigación, a la familia Peirano y todos sus negocios ilegales.
La muerte del detective Miller, padre de Linda, no había acabado con los problemas de Juan Peirano. Este poderoso hombre tenía varios policías corruptos en su nómina, pero el detective Luis Bonilla, compañero y amigo de Miller, era otro policía honesto que buscaba terminar con los negocios ilegales de la poderosa familia mafiosa.
Sabía que Juan Peirano estaba involucrado en la muerte de su compañero y no pararía hasta probarlo; se había propuesto terminar la investigación que había comenzado con su amigo el detective Miller y desbaratar su poderosa red delictiva.
Por otro lado, Pablo quería vengarse de Linda y de Ryan, pero le había prometido a su padre que no volvería a meterse en problemas. No pudo ocultar a sus amigos la pelea en la cafetería y sus motivos, todo había salido a la luz y ellos se enteraron de que Linda lo había dejado por otro. Esto dañaba su imagen y lo enfureció mas aún; tenía que idear un plan para vengarse, pero que su vez, él quedara fuera de toda sospecha.
A través de contactos que tenía su padre en el ambiente delictivo, consiguió a dos hombres para hacer el trabajo. El plan que les propuso era simple, tenían que vigilar a Linda y cuando se encontrara con Ryan, a él le dieran una buena golpiza y a ella amenazarla; esa sería su venganza.
La casualidad quiso que los mal vivientes fueran Rocky y el Morsa, los mismos que semanas antes habían tratado de asaltar a Linda - ¿Quedó todo claro?... - Les preguntó Pablo luego de explicarles lo que quería que hicieran.
- Si muchacho, quédate tranquilo que nos vamos a encargar de ese tipo, cuando terminemos con él no le van a quedar ganas de molestar...
- Está bien, pero recuerden que no quiero que los maten, sólo quiero que les den una lección... - Les aclaró Pablo, que no quería cargar con nuevos asesinatos - Acá tienen la foto de Linda y la mitad de lo acordado, el resto se los doy cuando el trabajo esté terminado...
- Ok jefe... - El delincuente tomó el dinero y Pablo se fue.
Cuando vieron la foto de la chica, a Rocky y el Morsa les pareció conocida - ¿De dónde me suena esta cara?... - Luego de unos instantes, la reconoció - Ya se, esta es la mina que quisimos robar la otra noche...
- A ver... - Le dijo el Morsa quitándole la foto - Si, es la mina del pendejo raro ese, el karateca…
- Este trabajito me va a gustar mas de lo que esperaba... - Le dijo a su compañero mientras volvió a tomar la foto de Linda.
Esa noche, vigilaban dentro de una vieja camioneta estacionada frente al lugar de trabajo de Linda - Estoy deseando ponerle la mano encima a ese hijo de puta, lo voy a moler a golpes... - Comentaba el Morsa a su compañero.
- No se Morsa, yo por las dudas me traje el 38… - Rocky era mas cauteloso y sacó de su cintura un revolver - La última vez nos cagó a palos y no quiero que se repita... - Le dijo y volvió a guardarla.
- Pero el delicadito nos dijo que no los matáramos... - Dijo el Morsa preocupado por las indicaciones de Pablo y la otra mitad del pago
- Tranquilo Morsita, si no es necesario no la voy a usar - Contestó Rocky. De pronto vio salir a Linda - Ahí está!!!
Luego de despedirse de sus compañeros comenzó a caminar hacia su casa, seguida de cerca por la camioneta donde estaban Rocky y Morsa.
Al pasar cerca de la casa del gato negro, como era ya costumbre, apareció Ryan para acompañarla el resto del camino. Luego de breve recorrido, la camioneta se cruzó delante de ellos - Cuidado!!! - Gritó Ryan mientras apartaba a Linda.
Rocky y el Morsa bajaron y amenazándolos con la pistola, los ataron y obligaron a subir a la parte trasera del vehículo - Tranquilo pendejo, no hagas nada raro o quemo a tu amiguita...
Ryan los reconoció de inmediato y no opuso resistencia; Rocky mantenía el arma apoyada en la cabeza de Linda; decidió seguir las indicaciones de los delincuentes y esperar la oportunidad para actuar, sin ponerla en peligro.
Luego de varios minutos de incertidumbre, la camioneta se detuvo en una zona aislada, dentro de un predio de lo que parecía ser una fábrica abandonada. El Morsa bajó y abrió la parte trasera, Rocky bajó primero sin dejar de apuntarle a Linda, luego hizo bajar a Ryan - Dale pendejo, bajá... - Dijo empujándolo.
- Muchachos, el problema es conmigo, por qué no sueltan a la chica y lo hablamos tranquilos... - Les dijo Ryan.
El Morsa lo golpea en la zona renal con un trozo de caño que llevaba en la mano, lo que hizo que Ryan cayera de rodillas - Cállate imbécil, no estás en condiciones de pedir nada... - Mientras el joven golpeado se levantaba, el Morsa continuó diciendo - No te preocupes por tu noviecita, la vamos a tratar muy bien...
Caminaron unos cien metros hasta llegar a un gran galpón. Ryan sabía que no tenía mucho tiempo, debía hacer algo para impedir que le hicieran daño a Linda, pero no quería correr riesgos. Lo primero que hizo fue liberarse de sus ataduras, pero mantuvo sus manos por detrás simulando que seguía atado.
Al entrar al galpón, el Morsa lo empujó con fuerza y lo lanzó contra unas cajas de madera vacías. El golpe fue tremendo, pero Ryan mantuvo sus manos en la espalda a la espera de una oportunidad.
- Déjenlo tranquilo, ¿qué es lo que quieren de nosotros?... - Suplicó Linda.
Mientras Rocky seguía apuntando a la cabeza de Linda, el Morsa se acercó a ella y en una actitud amenazante, golpeaba en su propia mano el trozo de caño con que segundos antes había golpeado a Ryan - A ti te vamos a atender después, ahora me voy a ocupar de tu amiguito...
Linda suplicaba que lo dejaran, pero el Morsa quería venganza - Pendejo, ves dónde tiene mi amigo su arma?..., si se te ocurre hacer algo con eso del karate, le vuela la cabeza a tu noviecita... - Ryan sabía que era el momento de actuar; mientras el Morsa se acercaba, sin que se diera cuenta quitó un clavo de unos 6 o 7cm de una de las maderas de las cajas rotas.
Cuando el delincuente le tiró un golpe a las costillas con el caño, con una velocidad increíble, tomó con una mano el brazo del Morsa y con un movimiento de su cuerpo, hizo palanca y se lo rompió. Al mismo tiempo, como si se tratara de un cuchillo, con la otra mano le tiró a Rocky el clavo que había conseguido momentos antes.
La velocidad y la certeza con que lo lanzó, no dieron tiempo a que Rocky reaccionara; el pedazo de metal se introdujo en su frente y lo mató en el acto.
Sin detenerse, la misma mano que había tirado el clavo a Rocky, siguió con el impulso del movimiento y golpeó con violencia la garganta del Morsa rompiéndole la traquea; de inmediato, el cuerpo del delincuente cayó sin vida.
Linda había quedado parada, inmóvil, con los ojos cerrados, llorando desconsoladamente. Ryan se acercó a ella - ¿Estás bien?... - Le preguntó mientras la tomaba en sus brazos.
- No me toque... - Gritó exaltada cuando Ryan intentó ayudarla a salir del galpón.
- Tranquila soy yo, todo está bien... - Ryan logró tranquilizarla, pero Linda recién estaba tomando conciencia de lo que había pasado. Delante suyo habían dos hombres sin vida y lo primero que pensó fue llamar a la policía - No podemos llamar a la policía, acabo de matar a dos personas... - Lo que Linda le impedía hacer era lo más lógico, pero Ryan sabía que, por su condición, no podía involucrar a la policía.
- Pero fue defensa propia… - Ryan la interrumpió tapándole suavemente la boca con su mano.
- Confías en mi?... - Le pregunta Ryan.
Después de algunos minutos y con la promesa de que pronto le podría explicaría lo que sucedía y por qué no debían involucrar a las autoridades, Linda aceptó no llamar a la policía y se fueron de aquel macabro lugar, dejando detrás los cuerpos sin vida de Rocky y el Morsa.
Pasaron varios días desde aquel desgraciado acontecimiento de la fábrica abandonada; Ryan le había pedido a Linda que intentara seguir con su vida como si nada hubiese pasado, pero que se cuidara mucho. A pesar de que para ella era muy difícil olvidar lo que había vivido, hizo lo posible por complacerlo.
Ryan dudaba que el ataque fuera una venganza por el asalto que había frustrado días antes, intuía que había algo más y estaba dispuesto a averiguarlo.
Pablo se había enterado de la muerte de sus sicarios por la prensa y decidió dejar por el momento su venganza temiendo que la investigación llegara a involucrarlo, o lo que era peor, que su padre se enterara que estaba detrás de todo y le sacara el apoyo por haber ido contra la orden que le había dado. Eso sin dudas, le traería graves problemas.
Esa noche Ryan llamó a Linda y le pidió la dirección del Dojo (lugar de entrenamiento), de Pablo - ¿Para qué la quieres ?... - Le preguntó intrigada y algo preocupada.
- No te preocupes, confía en mí, se lo que hago... - Estaba convencido de que Pablo estaba detrás del ataque y lo iba a intentar probar.
- ¿Qué piensas a hacer en ese lugar?... - Insiste Linda, temía lo que podría pasar con Ryan si enfrentaba a Pablo en su Dojo, estaba segura que en ese lugar, estaría en inferioridad de condiciones y sabía de lo que era capaz su violento ex prometido.
- Sólo voy a presionarlo un poco para ver que averiguo… - Le dijo Ryan intentando tranquilizarla.
Subió a su moto y fue a la dirección que le dio Linda. El Dojo estaba cerrado, pero Pablo estaba aún entrenando en compañía de unos amigos. Era habitual que se juntaran para perfeccionar sus técnicas de combate con armas. Todos eran cinta negra y expertos en armas específicas, y entrenadores de diferentes niveles de estudiantes.
La puerta del Dojo se abrió y al ver entrar a Ryan, Pablo sorprendido, de inmediato detuvo el entrenamiento - Tú?..., qué haces aquí?... - Preguntó ante la atenta mirada de sus amigos que aún no entendían lo que ocurría.
- Vine sólo para hablar contigo, no quiero problemas… - Contestó Ryan.
- ¿Quién es este payaso?... - Preguntó uno de los amigos de Pablo mientras Ryan se acercaba lentamente a ellos.
Su vestimenta oriental utilizada por los monjes del Templo de Shaolin, a ellos les resultaba sumamente extraña y algo ridícula.
Pablo les dijo quien era aquel extraño chico - Éste es el maldito que engañó a Linda… - De inmediato recordaron lo que en su momento les había dicho sobre él.
Pablo había manipulado a su favor lo ocurrido, por lo que había dejado en claro que Ryan no solo era una mala persona, sino que además era muy peligroso. Supuestamente, según la versión del propio Pablo, Ryan había embaucado a su novia con mentiras sobre él, se esa forma la había puesto en su contra y luego, con ella confundida por las mentiras de aquel extraño, la sedujo y logró separarla de él.
Indignados por lo que aquel extraño le había hecho a su líder y amigo, además de la provocación que significaba que después de todo lo ocurrido, se presentara en el Dojo, decidieron que era hora de poner las cosas en su lugar y darle una buena lección.
Cada uno de los amigos de Pablo, se había especializado y era experto en el uso de un arma diferente: Bo o Gun Shu (el Bo o Gun Shu es un palo largo de más de un metro y medio de longitud, tallado en algún tipo de madera recia como el roble), Nunchaku (el Nunchaku tradicional está hecho por dos barras de madera unidas por una cuerda, aunque los hay de otros materiales. Es un arma ágil y liviana), Sai (el Sai es una especie de bastón de hierro forjado, con dos grandes ganchos en su empuñadura que actúan para defender los ataques del sable), y Tunkwa (el Tunkwa es un bastón de madera que se coloca en el antebrazo, firmemente agarrado con la mano, dándole protección a toda la zona y convirtiendo los puños y codos en puntas de madera maciza).
- No debiste venir… - Dijo Pablo mientras él y sus cuatro amigos lo rodeaban.
- Ustedes no deberían hacer esto... - Les dijo Ryan sin dejar de mirar a Pablo.
Apenas terminó de darles esa advertencia, quien estaba detrás de él con el Bo, intentó sorprenderlo lanzando un golpe a la clavícula derecha de Ryan. Sin mirarlo, con una intuición increíble, corrió su cuerpo hacia la izquierda y el golpe pasó a escasos centímetros de su hombro, dejando que el palo diera de lleno en el Tatami[ Tatami es la superficie sobre la cual se practican diversas artes marciales. ].
Giró su cuerpo, apoyó el pie izquierdo sobre la punta del arma y con la pierna derecha lanzó una certera patada gancho; el talón de Ryan dio de lleno en la mandíbula de su atacante, dejándolo fuera de combate.
El Bo había quedado debajo de su pie izquierdo, con un rápido movimiento lo lanzó al aire para luego caer en sus manos; sin detenerse, comenzó una demostración del uso de aquel arma. La velocidad y precisión con que manejaba el Bo eran increíbles, sus movimientos hacían que la punta del palo pasara a escasos centímetros de ellos, lo que los hizo retroceder. Luego de unos segundos lo dejó a un costado - No se debe utilizar el Bo, sin estar seguro de que su golpe será certero y efectivo...
Quien tenía el Nunchaku dio un grito y con furia atacó a Ryan; casi simultáneamente, el que tenía los Tunkwa también lo hizo.
Ryan se movió y esquivó el golpe del Nunchaku, rápidamente se agachó quedando con la pierna derecha recogida y la pierna izquierda estirada, este movimiento le permitió esquivar el segundo golpe del Nunchaku y al mismo tiempo barrer con su pierna izquierda, a quien intentó atacarlo con los Tunkwa. El muchacho voló por los aires y cayó de espaldas.
Aún aturdido por el golpe intentaba reponerse cuando Ryan lo tomó con sus dedos pulgar e índice cerca de la clavícula, miró al otro chico que ya estaba listo para volver a atacarlo, hizo presión con ambos dedos en la zona y lo dejó sin sentido.
Tomó los Tunkwa y nuevamente se movió de forma increíble, demostrando en pocos segundos, el profundo conocimiento que tenía sobre el manejo de ellos - El Tunkwa es un arma complicada y peligrosa, pero muy efectiva cuando se utiliza con sabiduría... - Se puso de frente al chico del Nunchaku y le dijo - Se lo que estás pensando, pero te aconsejo que no lo hagas...
Ignorando las advertencias de Ryan, el muchacho hizo una serie de movimientos con el Nunchaku intentando impresionarlo, pero si bien los mismos demostraban que era un experto en su uso, no surtieron efecto sobre Ryan, quien a pesar de que el arma pasaba a escasos centímetros de su cuerpo, permaneció inmóvil frente a él.
Como era de esperarse, el muchacho lanzó un ataque frontal contra Ryan; una y otra vez, los diferentes golpes que lanzaba con el Nunchaku, eran bloqueados con sutiles movimientos y la impecable técnica que Ryan poseía sobre el manejo de los Tunkwa. En determinado momento, utilizó estas armas para desarmar a su oponente - Eres muy bueno con el Nunchaku, pero no controlando tu ira... - Le dijo mientras destrababa el Nunchaku de los Tunkwa - El enojo no es buen compañero de combate...
Nuevamente, Ryan demostró su destreza, esta vez con el Nunchaku, dejando en claro su exquisita técnica. Al terminar su breve demostración, quedó mirando a su oponente. El joven lo miró, giró su cabeza hacia donde se encontraba su amigo Pablo y volvió la mirada a Ryan. Ante el asombro de Pablo, el joven realizó el clásico saludo utilizado en las artes marciales, reclinando su cabeza en señal de respeto hacia quien, sin dudas, lo había superado.
Ryan devolvió el saludo y miró al otro chico que estaba boquiabierto, con un Sai en cada mano; al cruzar la mirada con Ryan, apoyó lentamente y con mucho respeto, las armas sobre el Tatami (Tatami es la superficie donde se practican diferentes Artes Marciales).
Luego de ayudar a sus amigos, los cuatro se pararon frente a Ryan y repitieron el saludo - Pero ¿qué están haciendo?... - Les dijo Pablo indignado por la actitud de sus amigos. Sin contestarle, los cuatro jóvenes se retiraron del Dojo.
- Parece que quedamos sólo tú y yo... - Le dijo Ryan.
- Maldito... - Apretó los puños y lanzó un golpe directo al rostro de Ryan.
Con un rápido movimiento, Ryan levantó su mano y bloqueó el golpe tomando con fuerza el puño; con su pulgar comenzó a ejercer presión en un punto específico de la mano de Pablo quien de inmediato sintió como un intenso dolor recorrió todo su brazo hasta dejarlo adormecido - Tranquilo, no quiero hacerte daño... - Dijo mientras aflojaba la presión.
- ¿Qué es lo que quieres?... - Preguntó Pablo.
- Que dejes a Linda tranquila... - Le dijo mientras le soltaba la mano.
- No tengo nada que ver con ella y lo sabes... - Contestó.
Aunque Pablo estaba seguro de que Ryan estaba detrás de lo ocurrido con Rocky y Morsa, no podía acusarlo sin verse también involucrado.
- Quien provoca la ira del tigre, no encontrará lugar para esconderse de él... - Le dijo Ryan mirándolo a los ojos. Antes de retirarse, agregó - Espero que tomes en cuenta este consejo...